José Lázaro Galdiano
José Cecilio Lázaro Galdiano | |
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Nacimiento | 30 de enero de 1862 Beire (Navarra), España |
Fallecimiento | 1 de diciembre de 1947 (85 años) Madrid, España |
Ocupación | Publicista y abogado. Negocios |
Cónyuge | Paula Florido y Toledo |
José Lázaro Galdiano[1] (Beire, Navarra, 1862 - Madrid, 1947) fue un hombre de fortuna, empresario, intelectual, editor y coleccionista del tipo activo-gran inversor . Hombre hecho a sí mismo, llegó a ser el más rico de España. Pasó a la historia por la donación que hizo de sus bienes al Estado español. En su vida hay dos aspectos destacables: el financiero de éxito y el coleccionista.
Índice
[ocultar]Formación[editar]
José Cecilio nació en Beire, pueblecito navarro cercano a Tafalla, a las cuatro y media de la madrugada del 30 de enero de 1862 y fue bautizado al día siguiente en la parroquia de San Millán. En el bautizo, su padrino fue el vicario de la parroquia de San Pedro de Olite, don Pedro Suescun, en nombre y comisión del doctor don Cecilio Lázaro, maestrescuela de la S. I. Catedral de Lérida .
Su padre fue Leoncio de Lázaro Garro y su madre, Manuela Gregoria de Galdiano Garcés de los Fayos. Leoncio y Manuela eran modestos terratenientes, aunque hijosdalgos sin el menor renunciamiento a su prosapia personal e histórica. Leoncio Lázaro Garro llevó la reciedumbre navarra de su fe católica al extremo de tener siempre (y desde los sesenta años en su propia alcoba) el ataúd en que había de ser enterrado. Todos los años, en determinada época, tomaba sobre sus hombros una pesada cruz, y la llevaba, en sucesivas jornadas, a hombros y descalzo, hasta el lejano santuario de la Virgen de Ujué. Su esposa, muy bella y de costumbres refinadas, falleció cuando aún era niño José Cecilio, y fue substituida en la crianza por Sotera Echarri, su ama de llaves hasta entonces. Tuvo siete hijos: José Cecilio, Josefa Apolonia, Rogelio María José Miguel, Jesús Mª Bernardo, Carmen Polonia, Ángel Remigio y Asunción Josefa . Tras su paso por la escuela rural donde aprendería las primeras letras, su padre dispuso que estudiase el bachillerato en los Escolapios de Sos del Rey Católico obteniendo el grado de Bachiller en el Instituto de Zaragoza. No destacó especialmente por su rendimiento escolar. Un hermano de su madre, Esteban Galdiano Garcés de los Fayos, fue un rico financiero de Olite, alcalde de Pamplona y director de la sucursal del Banco de España en Navarra, que pudo orientar a su sobrino.
Juventud[editar]
A la edad de quince años entró como escribiente en la sucursal del Banco de España en Pamplona. Allí permaneció hasta aprobar el examen para el ingreso en la escala general de empleados de sucursales. Tomó posesión de su cargo el 9 de octubre de 1880 y dos días después fue destinado a Valladolid, donde intentó compatibilizar su trabajo con los estudios superiores, pues se inscribió en la Facultad de Filosofía y Letras en tres asignaturas, dos correspondientes a los Estudios preparatorios, y una de las que formaban parte de la Licenciatura de Derecho: «Literatura general», «Historia universal -primer curso-» y «Elementos del Derecho romano -primer curso-», materias que aprobó, la primera con la calificación de «Aprobado» y las dos últimas con la de «Bueno». Se sabe que era un empedernido lector.
«Conozco, por sus libros, a todos los que, con o sin razón, han escrito algo en España. He leído mucho y he aprendido poco y tengo, más que entusiasmo, delirio por las letras.»
Por esta época publicaba versos en la revista católica jerezana "Asta Regia" y en "Madrid Cómico" . Tras una serie de obligados traslados a Málaga, Valencia, Valladolid y Barcelona el joven funcionario, ya conocedor de los mecanismos financieros y especulativos del oficio, aunque sin haber ocupado cargos relevantes, decide poner fin a su actividad como empleado de banca, con el siguiente argumento:
“No siéndome posible atender al cumplimiento de mis deberes de empleado del Banco de España con la puntualidad, y detenimiento que requieren y deseo, por impedírmelo el estado de mi salud, presento la dimisión de mi destino”.
Barcelona (1880-1889)[editar]
Dotado de gran inteligencia, clase, atractivo físico, ambición y sensibilidad artística José decidió buscarse la vida en la Barcelona modernista orientando sus gustos hacia el arte y las humanidades aunque frustrara sus estudios superiores. Se desconoce su medio de vida y sus apoyos durante estos años. Sus numerosos hagiógrafos resaltaron su vasta cultura autodidacta pero obviaron los orígenes de su relativamente rápido enriquecimiento. Es decir, no existe una biografía financiera o empresarial de Lázaro. El esquema para un joven ambicioso con aspiraciones de ascenso social era el siguiente : el capital surge de una simbiosis entre la antigua aristocracia y los nuevos burgueses . La aristocracia aportaba prestigio social y la burguesía el emprendimiento . Con el poder económico este grupo acaparaba el poder político y cultural (literatura, arte, modas, consumo) . Él comenzaría acercándose a la gente que importaba. Para comprender la biografía de Lázaro hay que analizar su constante juego dialéctico, circulando dentro de estas cuatro categorías : autoestima→riqueza→jactancia cultural→prestigio social.
En sus comienzos mostraba una gran versatilidad como periodista . Dotado de una asombrosa soltura impartía conferencias en los Ateneos sobre su tema favorito : las "Relaciones entre artistas y literatos en las historias artística y literaria españolas" [2] ayudándose de diapositivas, un sistema revolucionario . Iniciado en el círculo del periódico catalán "La Dinastía", lo mismo se anunciaba en las sesiones culturales del Ateneo barcelonés que colaboraba en un periodismo ligero, del corazón, dedicado a las mujeres; llevaba una sección desenfadada en La Vanguardia (1887-1888) titulado "Damas y Salones" en la que incluso adquirió reputación como gacetillero esnob [3] y crítico literario y de arte, o en El Imparcial o El Liberal de Madrid, medios en los que continuó escribiendo sobre arte, cultura y política .
- "Discretas damas hermosas
- finas, alegres y honestas,
- en quien están todas estas
- y otras mil gracias y cosas
- excelentes manifiestas". [4]
Como hobby, y siguiendo una moda, comenzó a significarse por coleccionar antigüedades, que distribuía por su casa. Su personalidad metódica le acercaba a determinado patrón de conducta: al del coleccionista activo[5] . Ordenado y cuidadoso, con cierta tendencia obsesiva, entre exacerbada y patológica, a buscar, acumular, clasificar y catalogar series de bienes tangibles . Valoraba mucho la respuesta emocional de las personas que visitaban su colección : le proporcionaba más satisfacción enseñar que encontrar.
Se describen ocho fases en el proceso de coleccionar . En primer lugar la gente decide coleccionar cierto tipo de cosas. Luego busca información acerca de ello. Después eligen uno o más objetos para empezar y diseñan un plan para hacerse con ellos. Seguidamente inician la búsqueda del o de los objetos . Los adquieren. Por último, organizan , clasifican y colocan lo adquirido.[6] |
Participó en algunas comisiones menores de la Exposición Universal de Barcelona de 1888 [7] . Trabajó algún tiempo en la Trasatlántica, compañía naviera donde había posibilidades de grandes ganancias con el transporte de ingentes cantidades de soldados y avituallamientos a la isla de Cuba. Trabó amistades con personalidades que podrían ayudarle, como el catalanista Narcís Oller y relaciones más estrechas con Emilia Pardo Bazán [8] [9] [10] y con el político Emilio Castelar, bastante mayor que él [11] . Ambos le ayudarían más tarde en Madrid en su proyecto cultural : la que fue considerada como mejor revista culta de la época La España Moderna y por la que desfilarían las plumas más brillantes e influyentes [12] .
El negocio editorial (1890-1914)[editar]
José Lázaro se instaló en Madrid en 1888 provisto de una primera acumulación de capital. Su espíritu emprendedor comenzó fundando y dirigiendo en cuerpo y alma un negocio editorial : la revista literaria para personas cultas que llamó La España Moderna. Parece indudable que recabó la ayuda, no sólo moral, de la escritora Emilia Pardo Bazán[13] .
"Siempre me ha parecido que el fundar una revista es por lo menos problemático. El fundador me consultó varios empleos que pensaba dar a su capital y ocupaciones a que pensaba dedicarse, dejando a mi arbitrio la resolución de su porvenir . Me negué a resolver cosa tan grave; y tocante a Revista, indiqué y señalé todos los obstáculos, todos los problemas. Hablé de los repetidos fracasos. En fin, no omití nada de lo que podía ser advertencia y saludable consejo. A pesar de esto, y habiéndole dejado en libertad total para elegir, él optó por lo mismo que yo le presentaba tan dudoso. Respeté esta iniciativa y ofrecí mi cooperación decidida, que no he escatimado [...] Respecto a intereses, ni una palabra se habló."[14]
La revista salió a la calle . En la portada del primer número Lázaro escribió su intención y deseo de que la revista:
«Fuera a nuestra patria, y en general a los países que hablan nuestra lengua, lo que a Francia la Revue des deux mondes: suma intelectual de la edad contemporánea»
En Madrid hizo buenas relaciones a través de los salones de amistades importantes, como Cánovas del Castillo [15] . Sin ningún soporte académico el audaz Lázaro se presentó, aunque sin éxito, a la oposición de la Cátedra de "Concepto e Historia del Arte", vacante en la Escuela Central de Artes y Oficios [16] . A instancias de sus amigos por fin en mayo de 1898 terminó la carrera de Derecho a los 36 años de edad [17] . En 1899 mostró su casa a un admirado Rubén Darío, que pudo contemplar el cuadro El Salvador adolescente, atribuido en aquel entonces por Lázaro a Leonardo da Vinci, calificándolo como la Santa panagia de su colección . El escritor nicaragüense pregona la glamorosa disposición de su casa (Cuesta de Santo Domingo, nº 16) y describe además intuitivamente a José Lázaro como "soltero, joven y muy rico" [18] . Realmente era ya un hombre de mundo que viajaba mucho y se defendía bastante bien en francés [18] . En los hoteles internacionales Lázaro frecuentaba a estancieros argentinos, banqueros e industriales norteamericanos, fazendeiros brasileños, barones letones, príncipes rusos... un abigarrado pueblo en donde el volumen de las propinas establecía la jerarquía. Conoció en París a un joven diletante argentino recién casado y con aspiraciones literarias; le publicó una poesía en "La España Moderna" [19] y pronto se hizo amigo de él en aquel ambiente cosmopolita. Escribía a su madre :
"Recibimos del caballero Lázaro, un poético saludo desde Bruselas, de paso para la histórica Brujas”.
Su madre, joven viuda con otros dos hijos pequeños, era congruente con la práctica de las clases altas argentinas de la época que pasaban largas temporadas preferentemente en París, Londres y Madrid con visita obligada a la Santa Sede[20] . Los Papas de esta época llegaron a otorgar a ciertas viudas benefactoras criollas títulos nobiliarios. [21] En uno de sus viajes a Madrid tuvo la oportunidad de visitar la colección de Lázaro. En determinado momento escribió a su hijo poeta Juan Francisco Ibarra para notificarle
"Que iba a contraer nuevo matrimonio precisamente con ese personaje español que tan bien les había caído, mismo que no perdió oportunidad para hacerse grato".
En 1903 José Lázaro se casó en la embajada española de Roma con Paula Florido y Toledo (San Andrés de Giles. Buenos Aires. Argentina, 1856 - Madrid, 1932)[22] [23] , dama muy rica que había enviudado anteriormente en tres ocasiones y que aportó tres hijos: con sólo 17 años se casó con el español Francisco Ibarra Otaola [24] (que le dejó una gran fortuna) residente en Argentina, con quien tendría el único hijo que le sobreviviría. Tras enviudar, se casó con el gallego Manuel Vázquez Castro "Barros"[25] , que le dio una hija. Este segundo matrimonio fue muy breve, y tres años después, viuda de nuevo, se unió al porteño Rodolfo Gache, con quien tendría otro hijo.
Paula tenía 47 años y José 41[26] . José Lázaro estabilizó la riqueza del matrimonio (proveniente principalmente de la explotación de haciendas agrícolas y ganaderas en la zona de Bolívar Argentina administradas por un hermano de Paula) con su conocimiento financiero y sus inversiones estratégicas en arte, en empresas y en entidades bancarias, como el Banco Hispano Americano del que fue uno de sus fundadores.
De carácter altanero y duro para los negocios, pudo desenvolverse entre la gran actividad económica que se suscitó en la Restauración con el retorno de capitales desde las colonias recién perdidas, con el proteccionismo nacionalista o con el negocio de guerra . Unos años más tarde publicó un opúsculo sobre cambismo y la valorización de la peseta[27] . Posiblemente fuera más un financiero que un empresario; pero esto no se sabe. Probablemente estableciera lazos financieros y de negocios con gente importante de la Argentina a las que agasajaba en su casa, conocida desde el otro lado como El palacio de los Argentinos [28] y cuya opulenta economía estuvo muy receptiva con Europa.
Su talante expeditivo quedó de manifiesto en el artículo "Un forjador de cultura" que había solicitado a Unamuno [29] para que lo publicase en el periódico La Nación de Buenos Aires . Con ocasión de un viaje a la Argentina con su esposa, pidió a su amigo un artículo elogioso sobre su persona y su obra para no llegar a la patria de su mujer como cualquier emigrante sin fortuna.[30]
El artículo se publicó en La Nación el 8 de agosto de 1909 y comenzaba :
«..Está otra vez ahí, en esa ciudad de Buenos Aires José Lázaro. Y ¿quién es José Lázaro? , se preguntarán sin duda, al leer esto, los más de mis lectores de La Nación [...]»
Y terminaba :
≪Y ahora que él se encuentra ahí, en esa tierra argentina, de donde es la compañera de su vida, me creo en el deber de saludarlo desde estas columnas y de presentarlo a mis lectores de La Nación . Y puedo añadir que si aquí me estáis leyendo con alguna frecuencia, a él, a Lázaro, más que a otro se lo debo, pues sin él, no sé si acaso hubiese tenido que colgar mi pluma.»
Parece ser que Lázaro había descubierto las posibilidades de Miguel de Unamuno, desconocido profesor recién incorporado a Salamanca; le ofreció trabajo como traductor de griego y de alemán y publicó sus primeras obras. Aunque pagaba poco a sus empleados más necesitados.
«La mayoría de los que traducen para mí son catedráticos de Universidades de provincia, y lo hacen a un precio indeciblemente bajo. Por esto me conviene darles a ellos las traducciones (...)»[31]
La empresa editora era un negocio poco lucrativo porque en España se leía poco. Pero se consolidó merced al incipiente mecenazgo de José Lázaro Galdiano, cuyas intenciones eran claras :
«[...] seguir mientras las pérdidas no sean tan grandes que quebranten notablemente mi patrimonio: no anhelo ganar, pero sí cubrir gastos». [32]
Huelga decir que el inteligente empresario se estaba construyendo su propia imagen de potentado con carisma intelectual, utilizando la revista como plataforma entre la gente que importaba :
«No tengo La España Moderna como una empresa, sino como un arma, como una fuerza, como un medio mejor dicho. Por ello, mi gran interés está en que circule, no tanto por lo que me produzca como por la influencia que me dé, tanto más grande cuanto mayor sea el número de lectores». [33]
La estructura de la revista literaria La España Moderna [34] respondió al siguiente esquema: un relato o una novela corta distribuida en varias entregas; una poesía, notas bibliográficas firmadas por especialistas, crónicas, secciones y artículos. En la revista colaboraron mediante contrato firmas de los escritores españoles de la generación del 98 como Emilia Pardo Bazán, Unamuno, Echegaray, Clarín, Palacio Valdés, Zorrilla, Pérez Galdós o Menéndez y Pelayo, políticos y pensadores como Giner de los Ríos, Silvela, Castelar, Cánovas y Pi y Margall. También se publicaron en la revista, en muchas ocasiones por primera vez en español, obras de escritores extranjeros como Dostoievsky, Tolstoi, Balzac, Daudet, Flaubert, Gorki y Zola, por ejemplo.
La editorial editó, además de centenares de títulos literarios, otras revistas más especializadas como La Revista Internacional, Revista de Derecho y Sociología y La Nueva Ciencia Jurídica que, como La España Moderna pretendían mejorar el acceso de los lectores españoles a lo más interesante de la ciencia y las letras. Hacia 1919 José Lázaro dejó definitivamente el negocio editorial.
Entendidos en arte[editar]
José Lázaro utilizó una nueva estrategia de promoción personal : el culto de la propiedad artística como mito aristocrático. Interpretando el coleccionismo como una construcción intelectual noble, estableciendo conexiones ideológicas entre estatus social y el acopio de determinados artefactos artísticos o culturales, que adquirirían valor simbólico y servirían para acompañar determinadas prácticas sociales . [35] [36]
Asiduos de Biarritz, Deauville y establecimientos termales a la moda, adonde se desplazaba toda la familia, compartían ambos cónyuges la pasión exquisita por el coleccionismo, sus conocimientos del mercado de arte [37] internacional y su gusto por las joyas valiosas. Su importante fortuna común les permitió la construcción de su hogar en Madrid en el palacete de Parque Florido (Serrano, 144), de estilo neorrenacentista (en flagrante contraste con el estilo modernista que recién conoció José en Barcelona). Lo decoraron con materiales nobles y se convirtió en la sede de sus colecciones de objetos preciosos. Proyectado en 1904 por el arquitecto José Urioste Velada[38] , sus planos fueron modificados, según instrucciones laboriosas del propio Lázaro, por los arquitectos Joaquín Kramer y Francisco Borrás, los cuales se sucedieron en la dirección de las obras hasta su conclusión en 1908. Los techos de las estancias principales fueron pintados, al óleo sobre lienzo, por Eugenio Lucas Villaamil. Para el visitante tenía el atractivo añadido de disponer de luz eléctrica y de un ascensor (adminículo desconocido en Madrid).
Los Lázaro abrieron sus salones a la agobiante y competitiva vida social madrileña, ofreciendo continuas fiestas, incluso benéficas, a la sociedad opulenta y ociosa de la Restauración Monárquica decadente [39] . Las reseñas sociales de periódicos como La Época, El Heraldo y ABC [40] están llenas de estos insolidarios saraos en los que se admiraba arte, se comía, se bebía té, champagne[41] y se jugaba al bridge [42] [43] . El mismo día de su inauguración (29 de mayo de 1908) les rindió visita la tía del Rey, infanta Eulalia, acompañada de sus hijos y un númeroso cortejo para admirar sus antigüedades [44] .
Al igual que los papas y algunos príncipes laicos, la cotidianidad de los Lázaro prácticamente se desenvolvía entre objetos preciosos y piezas únicas, cuyo acopio estaba justificado no sólo por el efecto de su valor intrínseco sino por la relación que sus propietarios mantenían con ellos [45] [46] . En 1913 su colección de pinturas se había ampliado a 466 obras. A las pinturas y dibujos se unían las esculturas, armas, medallas, libros[47] , marfiles, miniaturas, muebles, tapices, abanicos[48] y todo tipo de objetos bellos. Se encaprichó de la espada del conde de Tendilla que vio en una exposición . Sus poseedores, de la casa de Sallent, no querían venderla en España por lo que en 1912 hubo de pagar por ella 120.000 pesetas a unos marchantes de Múnich.[49] Todo ello configuraba una colección bizarra, cara y heterogénea -“cuya abundancia es nociva para el disfrute”- como dijo alguien [50] pero muy consonante con el recargado gusto pompier de la época . Uno de los rasgos más característicos de Lázaro Galdiano era su apasionada incontinencia de poder : el poseer, el atesorar, por encima incluso de la emoción estética. Como dijera en su día el marqués de Lozoya :
«Parece imposible que aquello pueda ser la obra de un solo hombre, aun cuando la Providencia fuese con él generosa en larga vida, gustos selectos y amplísimos medios de fortuna»[51]
Todo coleccionista necesita informarse sobre el objeto de sus colecciones. Aunque Lázaro tenía una cierta reputación como entendido en el extranjero, especialmente en Estados Unidos y Francia, donde llegó a ser elegido presidente del XXIII Congreso Internacional de Historia del Arte de París (1921), su mérito intelectual como autoridad en arte y antigüedades no fue plenamente reconocido entre el estamento institucional, político y académico español . El control de los asuntos del patrimonio histórico-artístico estaba en manos de la aristocracia ociosa, del alto clero y de la propiedad terrateniente "deferente", tenedora de las fincas y monumentos, quienes no se dejaron impresionar y lo consideraron un parvenu recién llegado a un mundo que les pertenecía por derecho natural [52] .
Lázaro se dejó tentar por la política. En las elecciones parlamentarias a diputado de cortes de marzo de 1914 se presentó por Madrid (Chamberí)[53] con los liberales-romanonistas[54] con la coalición monárquica, sin obtener escaño. Posteriormente se presentó como cunero por Alicante (Orihuela) en las elecciones de febrero de 1918 obteniendo un escaño efímero en el Parlamento sustituyendo a Manuel Ruiz Valarino en la legislatura 1918-1919 [19]. Entre los años 1912-18 fue un miembro muy activo del Patronato del Museo del Prado donde llevó a cabo una importante actividad[55] . Por desavenencias con algunos de sus miembros a causa de su incuria, dejó de asistir a sus reuniones, presentó la dimisión y lo abandonó en 1920 [56] . Su figura destaca también entre los columnistas defensores del patrimonio artístico español, centrando su actividad en la recuperación de obras secundarias que habían salido de nuestras fronteras y oponiéndose con firmeza al expolio mercantilista del arte [57] . Desde 1924 consta como socio del Ateneo de Madrid [20] (aunque no fue incluido en las comisiones de arte) . En cambio no perteneció a la elitista Sociedad Española de Amigos del Arte, que editaba una revista trimestral llamada "Revista Española de Arte" [21] [22]. Siempre autosuficiente, entre 1925 y 1928 Lázaro publicó por su cuenta no menos de ocho trabajos de erudición (ver bibliografía). Desprovisto de crédito universitario, su solicitud para ingresar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando no fue aceptada, respondiéndole el conde de Romanones, entonces presidente de la Academia, además de Presidente del Consejo de Ministros:
"Pero usted, don José, ¿para qué quiere ser académico?"[58] .
La casa de los Sres. de Lázaro alcanzó un perfil singular como punto de referencia en el Madrid elegante, pero las cuitas familiares de doña Paula Florido ocasionaron el cierre definitivo de los salones y su desaparición de las columnas «mundanas» de la prensa conservadora. Primero fue la muerte de su primera nieta Laura y el posterior divorcio de su hijo mayor en 1914, luego el fallecimiento en plena juventud de su hijo Rodolfo Gache, en 1916 [23], cuando ya había dado muestras de sus cultas aficiones artísticas y literarias y finalmente, la temprana desaparición de su hermanastra Manolita Vázquez Barros en 1919 [59] [60] .
En 1929 Paula Florido de Lázaro testó en Madrid designando heredero universal a su único hijo sobreviviente Juan Francisco Ibarra[61] y a su nieto Néstor de Ibarra Saubidet. A su marido José Cecilio le legó la casa "Parque Florido" con todo su contenido :
"Para que resida en ella con la dignidad, libertad y comodidad que ha tenido durante su feliz matrimonio, disfrutando de cuantos objetos existen en dicha casa y de la casa misma, le lega todo lo que a la testadora corresponde en dichos objetos y obras de arte".
Lázaro y la República[editar]
Siendo consejero del Banco Hispano Americano desde 1928, recién instaurada la II República José Lázaro Galdiano fue presa de ciertas dudas y se vio imputado [62] y procesado [63] [64] junto a un grupo de monárquicos en 1932, por un asunto de evasión de capitales en gran escala. Para disfrutar de libertad provisional tuvo que depositar en un juzgado especial una fianza total de 14.000.000 de pesetas de la época, las que evadió a través de Suiza [65] . Luego fueron amnistiados durante el llamado Bienio negro en 1934, siendo ministro de justicia Ramón Álvarez-Valdés, antiguo compañero en el consejo de administración del Banco Hispano Americano [66] . Precisamente durante el debate de la ley de amnistía, patrocinada por los grupos derechistas, el parlamentario socialista Indalecio Prieto suscitó la cuestión de que con una tal amnistía general serían favorecidos delitos de toda índole, como el de José Lázaro.[67] Después del fallecimiento de su esposa en octubre del 1932, José Lázaro, se recluyó mucho a nivel social, si bien continuó coleccionando con obsesión compulsiva.
Lázaro y los Lucas[editar]
José Lazaro había descubierto la pintura de los Lucas (padre e hijo) en 1905 [68] y desde entonces intentó acapararlos y colocarlos en los circuitos internacionales del arte. Compró y vendió obras de Eugenio Lucas Velázquez y Eugenio Lucas Villaamil llegando a reunir una importante colección de sus cuadros. Este conjunto lo mostró al público en la Sala Iturrioz de Madrid en 1912, y más tarde formaron parte de una exposición celebrada en la galería Heinemannn de Munich ese mismo año y luego en Berlín donde vendió varias de sus obras. Entre 1913 y 1928, Lázaro siguió exponiendo y vendiendo obras de los Lucas y adquiriendo otras en el mercado del arte [69] , de tal forma que llegó a reunir un importante conjunto tanto de pinturas como de dibujos que guardó hasta su presentación en París, donde le sorprendió el golpe de Estado de julio de 1936, mostrando allí además sus mejores libros en la Exposición de la estética del libro español . Su presencia en esta exposición probablemente le salvó la vida. Con respecto a la pintura contemporánea, se sabe que comerció con coleccionistas de Argentina pero él no la coleccionaba[70] .
Con su patrimonio a buen recaudo, pasó los años de la Guerra Civil Española resguardado en el extranjero, primero en París y luego en Nueva York, en donde continuó procesando antigüedades en un mercado dislocado por la guerra [71] , insensible al arte contemporáneo, exponiendo sus mejores obras y dando conferencias de un alto contenido estético[72] . Tras el estallido de la Guerra Civil, muchas residencias de Madrid, como palacios, palacetes, casas de campo, fincas urbanas, etc., fueron abandonadas por sus propietarios, dejando en ellas aquellos objetos de arte y del patrimonio bibliográfico y documental que no pudieron llevarse en su huida. El gobierno de la República se incautó del palacio Florido [73] , para residencia de artistas jubilados. Fue confiscado por la Asociación General de Actores de España de la UGT, por inspiración de Josefina Díaz de Artigas. Sus tesoros no fueron saqueados sino protegidos y trasladados a Valencia por el Gobierno republicano. El palacio no fue sometido a bombardeos por la aviación rebelde ya que los pilotos "nacionales" tenían órdenes de no destruir el barrio de Salamanca.
Se ignora el monto de la ayuda económica prestada por Lázaro a la causa franquista durante la Guerra Civil pero su comportamiento no fue investigado por el régimen de Burgos. Volvió a Madrid terminada la guerra y en buena armonía con el régimen de Franco. Se sabe que Lázaro Galdiano reclamó su patrimonio, según Decreto de 22 de abril de 1938 y Orden de 13 de enero de 1940, en función de la cual le fue devuelto, excepto una pequeña parte documental que quedó camuflada entre otros muchos documentos en el Archivo Histórico Nacional. Tenía su casa tan colmada que vivía en el hotel Ritz, falleciendo en 1947 a los 85 años con fama de “viejo huraño, arbitrario y esquivo con las gentes” .
Su hermano Jesús vivía en Madrid y tenía 13 sobrinos, pero temiendo la dispersión de sus colecciones José Lázaro Galdiano había dispuesto una acción filantrópica de envergadura que perpetuase su memoria y la de su esposa, como hizo años atrás el Marqués de Cerralbo . Legó su patrimonio al Estado español nacional sindicalista, mediante una sólida Fundación, que llevara su nombre.
"Entrego a España una cosa muy mía que no repartí con nadie : mi sentimiento estético, con el que he temblado emocionalmente tantas veces y que vale más que cuanto he podido reunir ...y este sentimiento estético sólo persistirá si continúan estas paredes tal y como está ahora porque yo las ordené y cuidé con mimo y deleite [...] mi espíritu ahí queda ". <